lunes, 23 de mayo de 2011

Ingmar Bergman´s THE HOUR OF THE WOLF

TÍTULO ORIGINAL: Vargtimmen
AÑO: 1967
DURACIÓN: 88 min.
PAÍS: Suecia
DIRECTOR: Ingmar Bergman
GUIÓN: Ingmar Bergman
MÚSICA: Lars Johan Werle
FOTOGRAFÍA: Sven Nykvist (B&W)
REPARTO: Max von Sydow, Liv Ullmann, Erland Josephson, Gertrud Fridh, Ingrid Thulin, Gudrun Brost, Naima Wifstrand, Ulf Johansson, Bertil Anderberg, Georg Rydeberg
PRODUCTORA: Svensk Filmindustri
GÉNERO: Drama. Terror





“Johan se pone ansioso cuando le va mal en el trabajo, últimamente ha empeorado, incluso no ha podido dormir es como si le temiera a la oscuridad”.
-Alma (Liv Ullman)

Creo sin temor a equivocarme que tal vez el realizador que mejor ha sabido explorar o mejor dicho diseccionar la naturaleza del ser humano  a niveles psicológicos, morales, religiosos y por supuesto sociales ha sido indudablemente Ingmar Bergman (el otro sería el incansable Woody Allen) realizador que gracias a su formación en teatro supo dominar aspectos tan importantes como lo es la puesta en escena en todos sus filmes, empero el rubro más notable en su vasta obra como comentaba es la de componer relatos meramente existenciales, en su mayoría bastante pesimistas pero que sin lugar a dudas resultan fascinantes para cualquier persona o amante del séptimo arte. 

Y es con esta La Hora del Lobo que el autor sueco logra llevar al espectador a niveles inimaginables de introspección a tal grado que el relato se vuelve realmente una pesadilla en todo el sentido de la palabra, pues extrañamente y a su vez estupendamente, Bergman firma tal vez la que signifique su única cinta de terror. El film nos cuenta  la historia de Johan (Max Von Sydow) y su esposa Alma (Liv Ullman) un matrimonio que vive en una isla cerca de la costa, el es un pintor que busca la inspiración y el ambiente en ese sitio para poder realizar su obra y ella es solo la mujer abnegada que acompaña a su marido en su proceso creativo, realizando las labores del hogar.

Al principio todo parece normal para la el matrimonio Borg, ya que mientras Joahn (Von Sydow) recorre la isla para trabajar en su obra, Alma (Ullman) atiende la austera cabaña que tienen por hogar, sin embargo cierto día las cosas cambian abruptamente cuando las apariciones de extraños sujetos (o entidades) comienzan a rondar por los sitios donde el pintor realiza su trabajo, incluso uno de estos invitan al protagonista a cenar al castillo del Barón Von Merkens (Erland Josephson) para una convivencia, empero lejos de que la invitación provoque en Johan agrado solo hace que este comience a cambiar en su estado de ánimo, como si de un mal presagio se tratará.

Por otra parte Alma no estará exenta de dichas visitas, pues una mañana mientras se disponía a lavar la ropa hace acto de aparición una anciana ataviada con ropajes blancos (esta imagen recuerda mucho a la escena donde la muerte se presenta con Antonius Block en el film  El Séptimo Sello, 1957) que le comenta a esta que su esposo cuenta con un diario en el cual oculta aspectos de su vida que ella desconoce, después de haber dicho esto la anciana desaparece sembrando en la mujer una duda que comienza a socavar su curiosidad. Y asi sucede, Alma busca debajo de la cama (como le indico la extraña anciana) y encuentra el diario de Johan, donde este describe que hace mucho tiempo tuvo un amorío con una hermosa mujer llamada Verónica Vogler (Ingrid Thulin) dama a la cual deseaba con toda su alma pero por diversas circunstancias tuvo que dejar.

Esa misma tarde Johan vuelve a casa pero ya no es el mismo, la invitación que le hicieron para visitar el castillo lo ha perturbado, es por esto que esa misma tarde cuando el sol se ponía el hombre muestra a su mujer los bocetos de las imágenes que rondan por su cabeza, pesadillas que invaden su cordura como hombres arañas, mujeres sin cabeza o como el mismo describe, el hombre con cabeza de pájaro, seres horripilantes que ya no le permiten conciliar el sueño. Es por esto que Johan ya no duerme, ahora cada noche trata de vencer el cansancio para dormitar cuando el sol haga su aparición a salir, todo para poder evitar la hora del lobo, ese momento entre la noche y la aurora (las tres de la mañana) donde la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas se vuelven más reales, cuando los hombres son acosados por sus mayores temores y por ende cuando los demonios se materializan ante uno.

Después y casi de manera inexplicable Johan y Alma asisten a la cena que ofrece el  Barón Von Merkens (como si estos se enfrentarán a su inevitable destino) sin saber que esto solo les deparará un viaje a los temores más profundos del protagónico cuando a este se le expongan  frente a sus más íntimos temores y peor aun, cuando un secreto que lo ha atormentado durante mucho tiempo salga a la luz. Lo que sigue después es presenciar una de las escenas más perturbadoras, enfermizas y sobre todo pavorosas que la cinta nos pueda ofrecer,  esta se desarrolla cuando el matrimonio se encuentra sentado en la mesa acompañado de los anfitriones y varios invitados especiales los cuales platican infinidad de incongruencias (aunque los diálogos se asemejen más a sonidos guturales) y sus rostros reflejan locura, miedo, enojo, etc. mientras un paneo circular recorre los rostros de todos los presentes haciendo que esta escena (las tomas son bastante constreñidas y asfixiantes durante todo el metraje) refleje esa inestabilidad emocional del protagonista.
  
Contar más sobre la trama sería un error pues para vivir la experiencia sensorial que Bergman logra materializar a cada fotograma hay que visionar el film, ya que además el espectador podrá encontrar infinidad de lecturas de las cuales goza el trabajo audiovisual del director sueco pues esta conlleva un sinfín de discursos a niveles filosóficos, éticos, morales, etc. Por tal motivo y aunque por momentos la narración se pueda percibir aparentemente incongruente (por las constantes referencias discursivas al surrealismo) hay que decir que el guión nunca flaquea y nunca se percibe gratuito, incluso las escenas más extrañas y sórdidas del relato como son las del clímax final reflejan la maestría del director para combinar diversos géneros como el terror gótico y el expresionismo alemán.

De ahí que el film goce de una riqueza a nivel visual y plástico en cada fotograma ya que la composición de planos en su mayoria bastante cerrados, una fotografía en blanco y negro con atmósferas opresivas y la utilización de tomas que en ocasiones no sobrepasan el minuto de duración hacen del relato una verdadera pesadilla a nivel psicológico, además de que este se refuerza con una inquietante banda sonora a cargo de Lars Johan Werle la cual en momentos muy puntuales de la historia se vuelve aterradora y si a esto le agregamos el pasivo ritmo con el que Bergman nos va contando la historia, de verdad que la cinta se vuelve un mal viaje a nivel anímico.

Incluso la puesta en escena es soberbia pues al ser meramente minimalista (solo se incluyen tres escenarios, los paisajes de la isla y los interiores del castillo y de la cabaña) esta se descubre como un espacio meramente onírico. Asi mismo la interpretación del tándem Von Sydow-Ullman es de vital importancia para que el relato cobre veracidad ya que los actores se entregan en cuerpo y alma en sus complejos papeles (Bergman también era un gran director de actores) transmitiendo la locura y desolación que experimentan sus personajes, además de que se descubren como simples seres humanos.

Es por estos motivos que La Hora del Lobo es indudablemente una verdadera obra cinematográfica, de esos filmes que no deben dejar de verse ya que gracias a su indiscutible construcción tanto de personajes como de historia moverán al espectador a niveles emocionales e intelectuales (aunque sea de forma implosiva) que pocas veces sucede en el cine actual, todo gracias a su denso y no menos pesimista alegoría sobre el destino y sus consecuencias. Finalmente debo recomendar el visionado de este titulo que al igual que El Séptimo Sello (1957) y Fresas Salvajes (1957) se han convertido en las favoritas de un servidor en la no menos magnifica filmografía del señor Ingmar Bergman.


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