jueves, 23 de febrero de 2012

MEDIANOCHE EN PARIS de Woody Allen

TÍTULO ORIGINAL: Midnight in Paris
AÑO: 2011
DURACIÓN: 96 min.
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Woody Allen
GUIÓN: Woody Allen
FOTOGRAFÍA: Darius Khondji
MUSICA: Varios
REPARTO: Owen Wilson, Marion Cotillard, Rachel McAdams, Corey Stoll, Kurt Fuller, Mimi Kennedy, Michael Sheen, Kathy Bates, Léa Seydoux, Alison Pill, Tom Hiddleston, Adrien Brody, Vincent Menjou Cortes, Carla Bruni, Olivier Rabourdin, François Rostain, Yves Heck, Adrien de Van, Nina Arianda, Marcial Di Fonzo Bo, Gad Elmaleh
PRODUCTORA: Coproducción EEUU-España; Gravier Productions / Mediapro / Televisió de Catalunya (TV3) Versátil Cinema
GÉNERO: Drama. Comedia.


En ocasiones su servidor ha tenido sueños bastante jocosos y extraños donde dialoga cara a cara e incluso ha vertido sus más fervientes exaltaciones hacia directores como Roman Polanski, Clint Eastwood o Martin Scorsese (hasta recuerdo que en dicha fantasía el que esto escribe se encontraba ataviado con una playera de El Bebé de Rosemary), igualmente donde ha podido interactuar con los mismísimos Arnold Schwarzenegger y Silvester Stallone en alguna aventura de acción (jajajaja, lo se esto podría sonar  algo absurdo para alguien que cuenta con más de treinta años), inclusive se ha imaginado qué le preguntaría a Charles Bukowski si tuviera la oportunidad de encontrarse con el en algún bar de quinta (algo aun más difícil si tomamos en cuenta que el su servidor no es muy adepto al alcohol) o charlar amenamente con George Harrison para saber sobre aquellos viajes metafísicos que inspiraron algunas de sus más sobresalientes canciones.

Sin embargo estos razonamientos lejos de sonar simplemente como sueños guajiros de un pobre idealista (jajaja), también encarnan de muchas formas esa influencia sociocultural que tienen tales o cuales representantes o movimientos de la cultura en el respetable, es por esta razón que la última obra del maestro Woody Allen funciona tan bien pues lejos de descubrirse como un mero ejercicio revisionista o romántico de un viejo director, por  lo contrario resulta indiscutiblemente la materialización de un homenaje al arte puro el cual solo puede ejecutar de manera sincera otro verdadero artista como lo es el director norteamericano. La historia es la siguiente, Gil (Owen Wilson) e Inez (Rachel McAdams) son una pareja estadounidense que se encuentran en Paris ajustando los últimos detalles de su boda, claro todo esto en compañía de los frívolos suegros de él, estos son John (Kurt Fuller) y Helen (Mimi Kennedy) los cuales solo estan interesados en comprar chucherias junto a Inez en las más renombradas tiendas de moda o beber vino en algún restorán de “clase” (aunque estos muestren nula clase aun y con todo su dinero, ¡puf!)

Empero el incomprendido Gil (quien es un reconocido y frustrado guionista de Hollywood) ve en La Ciudad de la Luz más que des magasins de mode, por lo cual estas actividades que realiza su mujer lo hacen sentir de cierta forma como en coitus interruptus (jajaja) al ver que su pareja no lo comprende ni apoya en sus proyectos personales, sobre todo cuando Inez (McAdams) sabe que Gil (Wilson) se encuentra trabajando en su primer libro. Pero todo esto cambiará cuando nuestro carismático protagónico cierta noche y después de evitar otra de esas fiestas triviales a las que acude su prometida y el presuntuoso y no menos mamón Paul (Michael Sheen), decide regresar al hotel caminando por las calles de una ciudad que entre penumbras y luces pintorescas le deparan una de sus mayores sorpresas, cuando Gil sin explicación alguna haga un viaje cuántico al pasado en cuanto las campanadas del reloj marquen las doce de la noche (como si de una Cenicienta se tratase) solo para descubrir  que podrá conversar, regocijarse y por supuesto disertar frente a frente con algunas de las figuras más importantes e influyentes de la cultura universal de principios del siglo XX, como Cole Porter (Yves Heck), Ernest Hemingway (Corey Stoll), Scott Fitzgerald (Tom Hiddleston) o Pablo Picasso (Marcial Di Fonzo) por mencionar solo a alguno de estos monstruos.

Por lo tanto y después de quedar fascinado ante este descubrimiento, Gil regresará cada noche a ese misterioso callejón en donde dando las doce en punto, un auto lo recoge para llevarlo de nuevo a ese fascinante universo donde el taciturno protagonista descubrirá en compañía de estos personajes el verdadero significado de la vida, al tiempo  que logra entablar una relación amoroso con Adriana (Marion Cotillard) una modelo con aspiraciones de  diseñadora y amante de Picasso. Como podrá darse cuenta el respetable, el guión que plantea Allen destila creatividad, sagacidad, pero sobre todo un gran amor a esas influencias y antojos literarios, pictóricos y musicales que tanto gustan y por supuesto han marcado la obra del director neoyorquino (no por nada el guión esta nominado al Oscar en esa categoría para la proxima ceremonia que se celebrará el 25 de febrero) por lo cual cuando se presenta ese punto de inflexión que supone el encuentro del personaje que interpreta maravillosamente Owe Wilson (como si se tratara de la encarnación del propio Allen) con aquellos maravilloso personajes, el develamiento se divisa fluido, emocionante, pero sobre todo honesto.

Por lo cual a partir de este punto el espectador solo puede disfrutar delicadamente esas referencias y guiños que Allen nos va presentando, por ejemplo aquel  estupendo gag que esta enfocado a Luis Buñuel (el cual por cierto también tiene una intervención en el film) en la que se hace referencia a su cinta El Ángel Exterminador (1962) es para partirse de risa por estar construido tan finamente, que solo el espectador más avispado entenderá la broma; empero su servidor encontró en los diálogos del personaje de Hemingway (que interpreta tan solventemente el actor Corey Stoll) tal vez la basa más hermosa y profunda en cuanto al discurso sociológico y semántico que plantea el realizador, por lo cual al que esto escribe se le erizó la piel con la presencia de tan distinguido protagonista. Asi mismo y como es costumbre en la mayoría de la obra de Allen encontraremos a un protagónico lleno de conflictos emocionales (románticos, filosóficos, existenciales, etc) que lo angustian y hacen cuestionar su existencia en el plano terrenal, por lo cual dicho planteamiento argumental se descubre muchas veces corrosivo, en ocasiones pesimista, pero al final esperanzador, por lo cual aquí se pone más de manifiesto que Allen asi como Bergman es el director por excelencia en cuanto a escudriñar y diseccionar con maestría aspectos sociológicos.

Ahora bien en lo referente el apartado visual el film sobresale gracias a una exquisita y atmosférica fotografía que en ocasiones recuerda a los cuadros de Rembrant (sobre todo en las locaciones nocturnas gracias al juego entre luz y sombras), la cual corre a cargo del experimentado director de fotografía Darius Khondji, quien tiene como trabajos más sobresalientes Seven (1995) o  Delicatessen (1991), por lo cual este logra sacarle bastante jugo a las locaciones de la famosa Paris, convirtiéndola a su vez en un personaje más de la historia.

Por otra parte el casting, la personificación y porsupuesto la dirección de actores son sensacionales, desde un comprometido Owen Wilson que logra dotar de humanidad a su personaje (el cual insisto, es la representación del propio Allen, pues incluso ha sabido reproducir sus tics y movimientos corporales), hasta el pequeño papel que realiza Adrien Brody como Salvador Dalí no tienen desperdicio, por cierto por ahí también aparece una sensacional Katy Bates encarnando a Gertrude Stein, demostrando que cuando se es un monstruo de la actuación solo bastan cinco minutos para demostrarlo, asi mismo encontramos a Man Ray (Tom Cordier), Luis Buñuel (Adrien de Van), Henry Matisse (Yves-Antoine Spoto) y Tolouse Lautrec (Vincent Menjou Cortes) los cuales harán que cualquier amante del arte tenga un orgasmo al presenciar a tan distinguidos exponentes en un solo plano existencial (solo falto el buen Vincent Van Gogh, aunque creo que Allen le ha mostrado su admiración con el poster de la cinta que hace clara alusión a La Noche Estrellada de 1889).

Ya para finalizar diré que si usted es amante del buen cine tiene como compromiso moral visionar Medianoche en Paris, ya que si no lo hace se estaría perdiendo la oportunidad de descubrir una verdadera obra de este siglo, pues el film que Allen nos presenta es evocativo, reflexivo, pero sobre todo lleno de honestidad, por lo cual además hace que el respetable voltee a redescubrir (o a descubrir, sobre todo para las nuevas generaciones) dichos personajes, los cuales han marcado e influenciado a la historia cultural de principios del siglo XX y son verdaderos referentes de la historia universal................. ¡Larga vida al buen Woody Allen!
 

 

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