domingo, 29 de julio de 2012

LA RUPTURA de Claude Chabrol

TÍTULO ORIGINAL: La Rupture
AÑO: 1970
DURACIÓN: 124 min.
PAÍS: Francia
DIRECTOR: Claude Chabrol
GUIÓN: Claude Chabrol (Novela: Charlotte Armstrong)
FOTOGRAFÍA: Jean Rabier MUSICA: Pierre Jansen
REPARTO Stéphane Audran, Jean-Pierre Cassel, Michel Bouquet), Annie Cordy, Jean-Claude Drouot, Jean Carmet, Marguerite Cassan, Mario David, Michel Duchaussoy, Catherine Rouvel
PRODUCTORA: Coproducción Francia-Italia-Bélgica; Ciné Vog Films / Euro International Film / Les Films de la Boétie
GÉNERO: Drama.


Una mujer llamada Helene (Stéphane Audran) prepara el desayuno para su pequeño hijo en el interior de un comedor, instantes después y aun cuando no han probado bocado alguno emerge del interior de un cuarto contiguo Charles (Jean-Claude Drout) el esposo de esta y padre del niño quien de manera inexplicable arremete en contra estos provocando que el infante quede seriamente herido cuando es lanzado por los aires de la cocina, motivo por lo cual Helene en un acto desesperado de defender su integridad y la de su vástago le atiza un golpe con un sartén a la cabeza del desquiciado sujeto que inmediatamente cae abatido. Instantes después la mujer toma a su hijo (quien sangra de la cabeza) y busca la ayuda de algún vecino para que la asista y la trasladen al hospital más cercano para salvar la vida del infante.

Es asi como transcurren de manera inquietante y por que no decirlo terrorífica los primeros quince minutos de lo que será un angustiante film por parte del maestro francés Claude Chabrol, quien aquí de nuevo plantea a través de un asfixiante puzzle una historia llena de recovecos discursivos que exploran la escencia más lúgubre del ser humano, al tiempo que vuelve a arremeter en contra de esa hipocresía moral de una sociedad burguesa que parece no tener límites cuando de cuidar  sus propios intereses se trata aun a costa de menoscabar a terceros; como ya lo había demostrado en aquel magnifico peliculón llamado Ese Hombre debe Morir de 1969. Y es que En la Ruptura Chabrol de nuevo nos sumerge en una espeso y mal sano viaje existencial, donde la desprotegida Helene (Audran) tendrá que enfrentar las artimañas de su poderoso y adinerado suegro Ludovic (Michel Bouquet), quien busca a toda costa quitarle la patria potestad de su nieto ya que considera que esta es impura por su ominoso pasado pues tiempo atrás ella desempeñaba el oficio bailarina exótica para sustentar la manutención de su hijo, pues su esposo Charles no aportaba dinero alguno para este fin.

Es por esto que nuestra protagonista tendrá que enfrentar los ardides de un sujeto llamado Paul Thomas (exquisito Jean-Pierre Cassel), un estafador que ha contratado Ludovic para incriminar en un sin fin de fechorías a la desprotegida Helene (las cuales incluyen perversión de menores y demás depravaciones) con el objetivo de que esta quede como una siniestra persona ante la gente que le ha brindado su ayuda y asi despojarla de su hijo para que quede en manos de los Régnier. Y básicamente este sería el planteamiento de esta angustiante historia que por momentos borda varios géneros como el thriller, el terror psicológico y hasta el surrealismo más puro (sobre todo en su tercio final con aquel absorbente pasaje de los globos en el parque), pues durante el transcurso de la misma tanto el espectador como la protagonista no saben a ciencia cierta la resolución que tendrán al finalizar la historia.

De ahí que este aspecto (el complejo desarrollo de guión) sea uno de los elementos más inquietantes, por momentos confuso, pero sin lugar a dudas estimulante; pues como comentaba anteriormente son esos constantes cambios de intención y recovecos que guarda la historia (como los propios personajes) que el espectador no sabe a ciencia cierta como finalizará todo el relato, lo que si puedo asegurarles es que de nueva cuenta aquí no existe ese reconfortante y catártico happy ending al que nos tiene acostumbrado el cine más genérico y comercial, ¡no señores! aquí Chabrol nuevamente nos atiza varios baldes de agua fría a nivel ideológico para sacudirnos a través de complejos y en ocasiones bizarros personajes por lo cual el relato se torna en demasía perturbador. Por supuesto el desarrollo de personajes es otro punto nodal en el film pues estos son todo un compendio de alegorías que reflejan los diversos aspectos de decadencia del ser humano, por tal motivo La Ruptura podría funcionar en algún momento como un retorcido cuento de hadas pues si lo analizamos Helene (Audran) por instantes funge como una especie de princesa de cuento a la cual esos constantes embates de maldad que buscan eliminarla quedan anulados gracias a una fuerza intangible que parece cuidarla.

Por tal motivo el personaje de Helene logra conectar con el espectador casi de inmediato          pues ella es una especie de heroína indefensa, caso contrario al “villano” de la historia Paul Thomas (Cassel), quien gracias a que muestra una moral en demasía ambigua por momentos puede confundir al espectador en cuanto a sus motivaciones, pero con forme la trama avanza y se van desvelando sus verdaderas intenciones el respetable descubre a este lobo vestido de oveja, sobre todo cuando somos testigos de ese proceso tan meticuloso para hacer desfallecer a nuestra protagonista. Por supuesto que usted respetable lector podría pensar que el diseño psicológico de los personajes podrían caer en la representación de clichés o arquetipos, mas sin embargo y como he comentado anteriormente estos logran funcionar correctamente por que el film no deja de percibirse como una alegoría.

Por otra parte los performance de los actores dotan de esa credibilidad a sus protagonistas, de ahí que Stéphane Audran (la ex mujer de Chabrol y constante musa de su obra) logre transmitir toda esa desolación y desesperación con la que carga su personaje, todo hay que decirlo gracias a una actuación que borda la demencia más pura (sobre todo en el tramo final del film) si tomamos en cuenta que la protagonista se encuentra sumergida en una constante, espesa, lúgubre y opresiva atmósfera que transpira todo el filme. Por otra parte Jean-Pierre Cassel (padre de Vincent) logra conceder cierta simpatía y por que no decirlo patetismo a su Paul Thomas, todo gracias a una interpretación bastante natural que provee de esa humanidad al mismo, con esos claros oscuros de un  sujeto que solo ve en la fortuna su única motivación existencial; en lo concerniente a Jean-Claude Drout como Charles (marido de Helene) este tiene una participación bastante corta y una actuación algo recargada que puede resultar algo incomoda, pero que al final convierte a su personaje en el pelele que es ante la voluntad de su padre.

Ahora bien en lo concerniente al apartado visual la cinta contiene un ambiente mal sano que logra incomodar al espectador gracias a una paleta cromática en tonos verdosos y la implementación de una fotografía con encuadres bastante cerrados que reflejan ese quiebre emocional de los protagonistas, asi mismo el ritmo empleado por Chabrol para mantener el suspense y la tensión de la historia no tiene desperdicio y solo hasta el agónico final el respetable logra un poco de alivio cuando el visionado ha terminado. Asi que estimado lector no puedo más que recomendar sin vacilar este excelente film el cual aunque en su discurso pueda descubrirse algún dejo de moralidad (cuestion que se hace más evidente en  el rumbo que toma el personaje que interpreta Cassel) empero es inevitable no sucumbir ante la aplastante honestidad de tan sórdido relato en la cual se percibe que que el director frances busca confrontar al espectador con su obra.



 

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