jueves, 5 de julio de 2012

UN DIOS SALVAJE de Roman Polanski

TÍTULO ORIGINAL: Carnage
AÑO: 2011
DURACIÓN: 79 min.
PAÍS: Francia DIRECTOR: Roman Polanski
GUIÓN: Roman Polanski, Yasmina Reza (Obra: Yasmina Reza)
FOTOGRAFÍA: Pawel Edelman
MUSICA: Alexandre Desplat
REPARTO: Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster, John C. Reilly
PRODUCTORA: Coproducción Francia-Polonia-Alemania-España; France 2 Cinema / Versatil Cinema /Constantin Film Produktion / SBS Productions / SPI Poland
GÉNERO: Drama. Comedia.



Un grupo de chicos juegan en las afueras de un parque cuando de pronto parece que dos de ellos comienzan a discutir y uno de estos toma un palo para atizarle un golpe certero en el rostro a su contrincante. Acto seguido (ahora dentro de un departamento) un matrimonio conformado por Penélope (Jodie Foster) y Michael (John C. Reilly) redactan un acta de hechos sobre lo ocurrido a su hijo Ethan (Eliot Berger) quien después de haber recibido la agresión del otro chico perdió varios dientes, esto lo realizan con la finalidad de que los padres de Zachary (el chico agresor), Alan (Christoph Waltz) y Nancy (Kate WInslet) lean dicho documento y lo firmen de conformidad para que de algún modo sirva como una especie de acto de civilidad para reprender a su progenitor.

Sin embargo el matrimonio Cowan (Waltz y Winslet) toma este suceso con demasiado desenfado provocando que Penélope (Foster) comience a cuestionar la moral de estos y  por ende la forma en que educan a su vástago; es por este motivo que Nancy Cowan (Winslet) tratando de suavizar el asunto convence a su esposo Alan (Waltz) para que acepten el café que el matrimonio Longstreet (Foster y Reilly) les ofrecen para dialogar con más calma sobre dicho asunto. Empero en determinado momento la aparente y tranquila charla se va tornando en un rijoso y candente intercambio de ideologías donde los diversos puntos de vista que bordan temas tan complejos como la ambigüedad, hipocresía y frivolidad  moral, asi como esa constante lucha fútil entre las clases sociales o incluso las problemáticas que forja la desigualdad de género, convierten al film en un escabroso y concluyente estudio sobre la condición humana, el cual por supuesto esta aderezado de un exquisito humor negro que provoca que el espectador tenga esa catarsis emocional ante tan lúgubre panorama.

Es asi como un octogenario y lúcido Roman Polanski rueda la que es tal vez su cinta más potente, ágil y certera a nivel narrativo, pues si tomamos en cuenta que solo existe un escenario en toda la cinta (el interior del departamento de los Longstreet), es la maestría del director francés lo que permite exprimir y converger de manera magistral un guión con perspicaces y mordaces diálogos respaldados en certeras actuaciones,  provocando que el filme camine como maquinaria de reloj, de ahí que los diversos cuestionamientos ideológicos que se vierten a través de esos personajes imperfectos, hipócritas y por momentos deliciosamente patéticos (los cuales no por eso dejan de percibirse en demasía reales y honestos) se asienten como puñetazos en la cara pues estos no se presentan edulcorados o manidos, y lo mejor es que estos razonamientos que realiza el director y su guionista (Yasmina Reza) no pretenden educar, si no por el contrario solo se encargan de lanzar las diversas controversias para que el espectador las procese desde su punto de vista.

Es por este motivo que uno de los puntos más importantes del film es el guión, pues este guarda en ciertos momentos de su desarrollo ciertos artificios narrativos que mantienen bien cohesionada la interacción y toma de decisiones de sus personajes, de ahí que estos nunca abandonen el único escenario con el que cuentan como si una fuerza intangible los mantuviera dentro; lo que indudablemente comienza a transfórmalos en seres primitivos haciendo que aflore su verdadera naturaleza y exaltaciones, excitando que los buenos modales queden de lado, algo asi como lo que pasa en El Ángel Exterminador (Luis Buñuel, 1962). Asi mismo la construcción de personajes es encomiable, por una parte encontramos al matrimonio Longstreet interpretado por Jodie Foster y John C. Reilly, quienes representan esa supuesta liberalidad y sentido crítico de la clase media, pero conforme se enfrentan en ese debate ideológico con sus contrapartes, los burgueses Cowan (Kate Winslet y Christoph Waltz), estos se descubren iguales mientras se  desquebrajan sus caretas.

Eso si hay que hacer mención que los cuatro actores bordan sus papeles, primeramente la dupla Foster/Reilly logran encarnar con gran naturalidad a un matrimonio que sustenta su existencia en los valores familiares como la honestidad y la justicia, ella escritora frustrada encargada de una librería llena de ideales revolucionarios, el vendedor de productos de fontanería con cierto dejo de autocomplacencia en su existencia ante una vida cómoda. Por su parte el tándem Winslet/Waltz también logran mimetizarse con sus papeles, ella interpreta a una inversionista algo frívola entusiasta de los perfumes y ropa de marca, el un abogado con nulo sentido de la moralidad vinculado a su celular para resolver con este sus pendientes laborales, como si el pequeño aparato tecnológico sustentara su existencia. Cabe hacer mención que Waltz es quizá el actor que aprovecha mejor su papel llevándolo a niveles de tal desfachatez que su Alan Cowan se convierte en el personaje más atractivo tanto por su repugnancia moral y poco sentido de la honestidad, el cual más sin embargo y paradójicamente tal vez se descubre como el sujeto más honesto dentro de esas cuatro paredes.

Es asi como Waltz de nuevo muestra sus dotes histriónicos y va increscendo a cada momento en una actuación portentosa, llena de matices, la cual al final desemboca en la materialización de un        personaje casi bufonesco el cual refuerza ese aire sarcástico con el cual esta impregnado el film, si no basta con ver la escena en la cual Alan Cowan (Waltz) pierde su celular a manos de su mujer (Winslet) quien harta de escucharlo hablar por este y no hacerle caso lo sumerge en un vaso con agua, acto seguido la humanidad del autócrata abogado queda reducida a nada cuando su vida se ha ido literalmente al caño pues resulta que todo sus pendientes los tenia anotados en el mentado celular, es asi como esta escena demuestra de nueva cuenta ese sentido crítico a los procesos de despersonalización del sujeto, sin embargo también hay que hacer mención que aunque el mensaje es contundente el humor empleado es tan sardónico que el respetable se parte de la risa ante tan ominoso resultado.

Ya para finalizar diré por supuesto que la dirección del señor Polanski es maciza como siempre, controla la puesta en escena y su dirección de actores es portentosa, sin embargo no puedo de volver a mencionar que esa fluidez narrativa que desarrolla en un solo escenario es sorprendente y es de los aspectos más sorprendentes del film,  pues el espectador jamás se fastidia y esos 79 minutos que dura el miemo se pasan como agua. Personalmente puedo decir que Un Dios Salvaje me ha gustado bastante por lo accesible de su visionado pero sobre todo por que su discurso aunque se percibe bastante digerible en primera instancia, posteriormente deja esa sensación de incomodidad o retroalimentación (depende de cada espectador) cuando ha terminado la cinta.

Asi que estimado lectores si ustedes quieren disfrutar de una comedia negra hasta el tuétano, con disertaciones filosóficas maduras sobre la condición humana y unas actuaciones portentosas no deben perderse Un Dios Salvaje, pues les aseguro que no se decepcionaran, ahora que si lo que quieren es presenciar un material también sobre lo lúgubre de la naturaleza humana, eso si más denso y por momentos escalofriante pero también desarrollada en un escenario, pueden ver La Muerte y la Doncella (1994) igualmente del gran Polanski, cinta que curiosamente del mismo modo es una adaptación cinematográfica de una obra de teatro, asi que no hay excusa para no ver buen cine.


 

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