jueves, 16 de enero de 2014

DOLOR Y DINERO de Michale Bay

Título original: Pain and Gain
Año: 2013
Duración: 130 min.
País: Estados Unidos
Director: Michael Bay
Guión: Christopher Markus, Stephen McFeely (Artículos: Pete Collins)
Música: Steve Jablonsky
Fotografía: Ben Seresin
Reparto: Mark Wahlberg, Dwayne "The Rock" Johnson, Anthony Mackie, Ed Harris, Tony Shalhoub, Rebel Wilson, Ken Jeong, Rob Corddry, William Haze, Bar Paly, Peter Stormare
Productora: Paramount Pictures / Platinum Dunes / De Line Pictures
Género: Comedia.



Su servidor siempre ha considerado la obra de Michael Bay como basura, así de simple (espero las mentadas de madre de todos aquellos acérrimos seguidores del director norteamericano que les gusta la saga Transformers), y es que esta contiene todos los elementos que hacen que el “cine comercial” sea concebido como ese ente banal que solo tiene la intención de que el “espectador” pase un rato agradable mientras se atasca de palomitas y refresco de cola (ósea un producto de consumo rápido sin otra finalidad tristemente); pues discúlpenme pero las películas de Bay no cumplen ni eso, son bastante grandilocuentes, estériles y estúpidas, pues el tipo piensa que llenando cada fotograma de efectos visuales, explosiones, chicas enseñando el trasero y más explosiones; el respetable lo pasara genial (buenos algunos si lo hacen, supongo que tienen la capacidad de perder neuronas sin preocuparse demasiado) y es que basta con revisar su filmografía para constatar esto.

Incluso su servidor solo considera que La Roca (1995) se salva de la quema pues aunque es bastante estúpida logra entretener a niveles insospechados puesto que se percibe honesta y desenfadada (bueno y tiene a Sean Connery como protagonista) y La Isla (2005) que  parecía una buena idea en papel pero en su ejecución es totalmente errónea por lo cual aquella primera hora prometedora se va al caño (otra vez). Entonces pues resulta una sorpresa descubrir esta Dolor y Dinero como la mejor cinta de Bay (tampoco es para echar cohetes al aire claro pero si Ron Howard esforzándose a veces hace cosas como Rush pues lo mismo pasa con Bay aunque sea una vez en su vida ¿no?), eso sí antes de ponernos a sufrir de nueva cuenta con la cuarta entrega de la nefasta Transformers. Pues bueno aquí el director de Bad Boys (1995) lleva a buen puerto la historia “real” de Daniel Lugo (Mark Wahlberg) personaje de la cultura norteamericana de los años noventa que se hizo famoso desgraciadamente por cometer varios asesinatos y extorsiones en aras de cumplir el sueño americano.

La historia es la siguiente Daniel Lugo (Wahlberg) es un sujeto sin aspiraciones ideológicas, un verdadero hijo de la generación X que desde muy pequeño ha soñado con convertirse en un sujeto lleno de lujos a nivel económico (claro sin ningún tipo de esfuerzo intelectivo) como todas aquellas figuras mediáticas de la era MTV, de ahí que al no tener realmente metas concretas, pues este sujeto se enrola primeramente en la cultura del fitness por lo cual gana un cuerpo realmente fuerte y reafirma su baja autoestima. Tiempo después pasa a ser acondicionador físico en el gimnasio (este ubicado en la ciudad de Los Ángeles) por lo cual trata con algunas celebridades que asisten al lugar, por lo tanto sus ansias de volverse alguien siguen en aumento, más sin embargo su nula capacidad “mental” lo limita para volverse ese alguien que siempre ha querido ser.

No es hasta que asiste a una conferencia motivacional impartida por un singular personaje llamado Johnny Wu (Ken Jeong) que nuestro protagonista encuentra el motivo para orquestar un plan y volverse millonario (ya saben cómo es esto, si lo intentas lo logras, jajaja). Y usted se preguntara ¿en qué consiste el dichoso plan? Pues Lugo (Wahlberg) decide secuestrar a un importante cliente al cual imparte clases de fitness, el siempre prepotente y repelente Victor Kershaw (Tony Shalhoub) multimillonario con pasado ominoso. Para esto Lugo ya se ha hecho amigo de un ex convicto convertido al cristianismo, Paul Doyle (Dwayne Johnson, también fisiculturista claro) y un colega del mismo gimnasio con algunos gustos sexuales algo peculiares (digamos que le gusta usar consoladores como actividad extracurricular), llamado Adrian Doorbal (Anthony Mackie); con los cuales Daniel realizara su maravilloso e “infalible” plan, pero como todos intuirán pues las cosas se saldrán de control (pues el rapto se convierte en homicidio) y será hasta la aparición en el tercer acto de un detective Ed Du Bois (Ed Harris) que la banda de fisiculturistas será aprehendida.

Pues si respetables lectores, la cinta de Bay funciona a niveles básicos, algo que no es malo necesariamente pues aunque el guion no depara nada nuevo, si es la capacidad de los escritores Christopher Markus y Stephen McFeely (Capitan America, 2011) la de plantear una historia digerible, con algunos tintes de humor negro (algo que se agradece) y por supuesto algunos apuntes sobre la decadencia en la cual se encuentra inmersa la sociedad moderna gracias a la despersonalización del sujeto al estar expuesto ante tanto bombardeo de los medios masivos (y no leer claro esta), y por supuesto a las necesidades de consumismo desmedido que estos crean es sujetos desprovistos de intelecto y voluntad propia. No es casualidad que el fenómeno del culto a la figura pública  (¿alguien pensó en Kim Kardasham y compañia?) se perciba en esta cinta de manera fehaciente.

Así mismo también es importante (y por supuesto justo) puntualizar que Bay logra descifrar y llevar a buen puerto el guion de Markus y McFeely, pues increíblemente aunque la cinta sobre pasa las dos horas de duración esta nunca se percibe cancina. De ahí que el director norteamericano logra dotar de una fluidez narrativa al film, con todo y que este no puede evitar plasmar ciertos tics a la hora del que hacer visual, como la edición videoclipera en ciertos tramos de la cinta (sin llegar a los extremos del ya finado Tony Scott), o una fotografía con la típica paleta cromática en la filmografía de Bay (tonos verdosos, etc) y por supuesto la aparición de la bandera norteamericana en las ya panoramicas tomas que caracterizan la obra del realizador de Transformers en la conclusión de la historia; aunque aquí el mensaje sobre la cinta es por cierto nada patriótico, pues la misma diserta sobre la basura blanca de la cual está también cohabitando el país de las barras y las estrellas.

Por supuesto no todo es miel sobre hojuelas y aunque la película logra funcionar como una sátira (pues hay momentos en que las cosas toman tintes bastante absurdos y los personajes se desquician a niveles inimaginables), pues los personajes por momentos no dejan de ser algo acartonados aun y con el esfuerzo que realizan sus intérpretes. Y es que aunque Wahlberg ha demostrado que puede resolver personajes complejos (The figther, 2010) aquí por momentos luce algo incómodo (aunque saca a buen puerto a su Daniel Lugo, incluso me atrevería decir que lo dota de ciertos pathos); por otra parte Dwayne Johnson con todo y su carisma no logra dar el tino a un personaje que en ocasiones se percibe algo caricaturesco y hace que su interpretación raye en lo ridículo (la escena que hace referencia al quiebre emocional provocado por la adicción a la cocaína es prueba de esto), sin embargo y como comentaba la cinta llega a un punto en el cual ya no se puede tomar demasiado en serio por lo cual la hilaridad de ciertos pasajes e interpretaciones pues hacen que el espectador se deje llevar.

Lo que sí parece una tanto deplorable quizá es constatar que aunque el guion se esfuerza por ser incisivo (cosa que logra), son las cuestiones ideológicas del propio Bay (tal vez de manera inconsciente) lo que provoca también que aparezcan de nuevo aspectos de distinción racial (el personaje que interpreta Anthony Mackie parece ser estúpido por ser negro) y de género, de nuevo las mujeres son vistas como objetos sexuales sin intelecto. El que si luce cómodo con su rol es el veterano y buen actor Ed Harris que no solamente resuelve con solvencia su protagonista, si no que le da cierta legitimidad al proyecto aunque su participación es algo corta.

En definitiva Dolor y Dinero es una cinta que se deja ver  (representando lo más rescatable de la filmografía de Bay) y aunque no será recordada al pasar de los años, su servidor cree que tiene aspectos positivos y legítimos que hacen de este filme un cinta bizarra (no se sabe si se toma así misma en serio), pues con todo y su fallas, el hecho de que sus realizadores apuesten por la exploración de la cultura contemporánea y los aspectos que provocan su decadencia; hacen que las dos horas invertidas no sean una pérdida de tiempo, incluso sin ser una Pumping Iron (Butler, Fiore, 1979), igualmente se agradecen los esbozos sobre aspectos psicológicos y culturales de los individuos que se adentran en el fitness para resarcir ciertas carencias emocionales.