miércoles, 17 de septiembre de 2014

HER (Ella) de Spike Jonze

Título original: Her
Año: 2013
Duración: 126 min.
País: Estados Unidos
Director: Spike Jonze
Guión: Spike Jonze
Música: Arcade Fire, Owen Pallett
Fotografía: Hoyte Van Hoytema
Reparto: Joaquin Phoenix, Scarlett Johansson, Amy Adams, Rooney Mara, Olivia Wilde, Chris Pratt, Sam Jaeger, Portia Doubleday, Katherine Boecher, Alia Janine, Matt Letscher
Productora: Sony Pictures Worldwide Acquisitions (SPWA) / Annapurna Pictures
Género: Ciencia Ficción.

Las películas de Spike Jonez tienen la particularidad de combinar el mundo real con el universo onírico, cualidad narrativa en el cual se formulan interrogantes existenciales sobre el ser, como en Being John Malkovich (1999) donde el director plantea la tesis que versa sobre qué pasaría si se fuese otra persona y como todos somos marionetas de un sistema, en Adaptation (2002) la cosa se torna no menos compleja y se nos presenta una especia del 8 ½ (Federico Fellini , 1963) donde Nicolas Cage se pone el traje de actor serio e interpreta a los hermanos Kaufman (guionistas de la propia cinta) y se exponen las neurosis que provoca muchas veces el proceso creativo, por lo cual la narración va tomando tintes en plan meta. Y más recientemente en  Donde viven los Monstruos (2009) Jonze nos manda a un viaje intrínseco a las profundidades más lúgubres y salvajes del propio ser humano a través de un cuento infantil para enfrentar los propios demonios personales.

Pues bien en Her (Ella) Spike Jonze crea un relato bastante intimista, irónico y por qué no decirlo tierno, sobre los procesos de despersonalización del sujeto como consecuencia del uso desmedido de tecnología y como afecta esto cognitiva y sensorialmente al individuo común y corriente. La cinta nos cuenta la historia de un futuro no muy lejano, donde un individuo llamado Theodore (Jaquin Phoenix) de personalidad reservada dedica su vida a escribir cartas bastante emotivas a infinidad de personas (su trabajo consiste en redactar dichos escritos para expresar diferentes emociones según lo pida el cliente), no pasa mucho tiempo para descubrir que la tristeza que emana de nuestro protagonista se debe a que le han roto el corazón pues lleva un tiempo de haberse divorciado ya  de su mujer (Rooney Mara), por lo cual no se relaciona de manera profunda con ninguna persona, y su única válvula de escape es su trabajo.

Empero cierto día Theodore encuentra en venta un novedoso sistema operativo (voz de Scarlett Johansson) que cuenta con características bastante novedosas como el hecho de descubrir que dicho software se halla como una entidad con inteligencia artificial que puede desarrollar intuición, razonamiento y lo más sorprendente; emociones y toma de decisiones (ella se autonombra Samantha), por lo cual se vuelve la única compañía de nuestro lánguido protagonista quien se mantiene en contacto a través de su dispositivo móvil. Es así que entre este peculiar par  inicia una relación en donde el ente humano  desarrolla esa capacidad por compartir sus anhelos, tristezas y cuestionamientos que envuelven su propia humanidad, (los cuales era incapaz de mostrar ante otras personas) haciendo que su contraparte (si se puede llamar utópica) inicie a replicarlo también en estos ámbitos; creándose así posteriormente una relación sentimental que acarreara por supuesto los mismos pormenores de iniciar un vínculo con cualquier otra persona, puesto que Theodore y Samantha experimentaran la emoción de la amistad, el enamoramiento, la adaptación en intereses y caracteres diferentes que los hacen únicos como sujetos, la crisis existencialista que también causa encontrarse en una correspondencia al revelar que en ocasiones los caminos los llevaran por diferentes destinos, y por supuesto la inevitable ruptura que causa esa perfecta imperfección que en ocasiones marcan las complejas relaciones interpersonales.

Empero el guión de Jonze no solo explora en los aspectos que he mencionado con anterioridad, ese estudio que no es poca cosa pues el hecho de que el realizador borde dichos planteamientos con herramientas argumentales basados en un universo que bien podría entrar en los terrenos de la ciencia ficción, por supuesto amplían la credibilidad y la tesis del propio relato; pero lo más sorprendente quizá (y gratificante por lo menos para un servidor)  es también descubrir ese jugoso discurso entre líneas que más bien podrían considerarse cuestionamientos al propio espectador como aquellos que versan sobre la trascendencia espiritual (que no religiosa) por encima de la materia o la infinidad  intelectiva que podría alcanzar el sujeto cuando logre desprenderse de todas sus ataduras; de ahí que por momentos el relato se torna bastante Nietzscheziano.

Por tal motivo el relato se vuelve de vital importancia para el espectador, pues dichos cuestionamientos filosóficos, tecnológicos y humanistas están tan bien planteados que estos corren a través de las motivaciones de los protagonistas, aspecto que finalmente repercute en la tridimensionalidad de los mismos. De ahí que el personaje que interpreta soberbiamente Joaquín Phoenix inevitablemente se torna conmovedor, sus vivencias le importan al espectador pues estas se muestran con naturalidad y coherencia, aun y cuando nos enfrentamos a una peculiar premisa que significa visionar la relación amorosa entre un humano y un “ente” generado por computadora, empero es aquí quizá donde radica la maestría y genialidad para hacer que el relato no se tome en broma, al tiempo que también descubrimos como el realizador de Being John Malkovich  se burla de manera cínica e inteligente  sobre la condición que hemos desarrollado los individuos para relacionarnos y  comunicamos a través  de las dichosas redes sociales y demás aditamentos o gadgets para “socializar”.

De ahí que el relato, el discurso y por supuesto la forma hacen de la cinta una obra redonda como pocas, pues esta se descubre visionaria y honesta; por supuesto todo esto se logra también a que la actuación de Phoenix es soberbia, pues encontramos a un actor que se mimetiza con su personaje (pues se intuye que entiende la fuente original como es el guion) y que por supuesto logra trascender a través de este a su personaje. Así mismo Phoenix se rodea de secundarios de lujo como Amy Adams que vuelve a aprovechar el tiempo disponible frente a pantalla para desmenuzar con talento otro complicado personaje a nivel psicológico (como ya nos tiene acostumbrados), Olivia Wild y Rooney Mara hacen los mismo para ponerle rostro a los infortunios femeninos que sortea el personaje principal; y por supuesto Scarlett Johansson logra darle vida propia a Samantha con tan solo prestar su melosa y por momentos sensual voz, la cual solo hace que el espectador se interese más y más  por su personaje gracias a las meditaciones que va realizando durante el transcurso de la historia.

Por último y no menos importante hay que enfatizar ese diseño minimalista y futurista que aporta la visión de Austin Grog (director de arte) pues logra que el universo que estamos presenciando se perciba  cercano, gracias a la arquitectura, entornos y formas en las cuales cohabitan los personajes; claro esto se enfatiza también gracias a la visión plástica que aporta el director de fotografía Hoyte van Hoytema quien con la aplicación de una paleta en tonos fríos y algunas pinceladas de algunas más cálidas redondea ese universo que a veces se percibe anacrónico por lo futurista y en ocasiones tan temporal que resultan las viñetas mostradas. Finalmente la banda sonora compuesta por la banda Arcade Fire y el arreglista Owen Pallett hace que cada pasaje mostrado destile esa melancolía que impregna al filme.

Así que no queda más que recomendar de manera tajante y casi obligada la revisión de esta extraordinaria cinta, la cual se vuelve cada vez más y más enriquecedora en cada visionado y nos hace la reflexión obligada de que será lo próximo con lo que Spike Jonze nos sorprenderá.